Que España
se quema es un echo incuestionable. Escuchando las noticias, a cualquiera que
tenga una pizca de sensibilidad se le ponen las carnes de gallina, el cabréo
alcanza su máxima cuota, y la impotencia te arrastra a lo más bajo de tú
desesperación.
Buscas y rebuscas en los medios
para saber las causas, ¿el porqué de esta sinrazón?, pero no hayas nada, vagas
noticias, ninguna explicación y ningún responsable que de la cara, estarán de
vacaciones, o simplemente les da igual que España se queme, su interés está en
otro lado, estarán pensando como empobrecernos, como sacarnos el poco dinero
que tenemos, son unos impresentables, ministro y asesores a dedo. Que se vayan,
no necesitamos inútiles que vivan del cuento.
Aún no ha pasado el verano y el
miedo a una nueva noticia de fuego nos retrae en nuestros fueros internos,
tenemos miedo a que otro desgraciado sinistros nos despierte y nos chamusque de
nuevo los sentimientos. Mientras tanto seguimos sin encontrar explicaciones,
pasará el tiempo y estas no llegarán, nunca sabremos las causas reales, ¿el
porqué?, pero si las vagas, la simples e insulsas, las que nos dan los simples
e insulsos y las que nos quieren meter por verdades, gilipolleces que sueltan
los gobernantes y repiten como cacatúas los “expertos tertulianos de cualquier
medio, que lo mismo nos hablan de la Belén Esteban, que de la física cuántica,
sin tener idea de cómo hacer la o con un canuto, y mientras tanto esperando a
una explicación lógica de Ministro
Cañete, perdón, del inútil Cañete.
Se nos quema España, lo más
preciado que tenemos, su naturaleza, y nadie hace nada, (quitando a esos
hombres y mujeres, funcionarios, que están en primera línea batallando y
dejándose la piel por apagar el fuego, hombres y mujeres que son tan denostados
por éstos gobernantes de mal pelaje) como mucho arreglase la peliteñida
cabellera y dar una incomprensible rueda de prensa.
Si no existe un Ministerio de
Medio Ambiente, nosotros lo seremos, y aconsejamos, ordenamos, que todo español
nacido de bien, recoja este otoño una bolsa de bellotas de alguna de las
encinas que se han salvado de la quema, plantador en mano, se dedique en su
tiempo libre a ir sembrándolas en las zonas siniestradas.
Alguien tiene que recuperar esta
calcinada y expoliada piel de toro llamada Iberia, y si no somos nosotros, no
esperemos que los que mandan lo hagan. El Cañete y los de a dedos que se vayan,
que para lo que hacen, mejor no tener a nadie.
Simon Cortes
Asociación para la Recuperación del Bosque Autotono ARBA
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