Madrid, enero, 2010
El Monte de Valdelatas es un pequeño reducto de bosque desgajado del Monte de El Pardo, del Soto de Viñuelas y de la Dehesa Boyal por un entramado cada vez más denso de autovías e infraestructuras urbanas. Se trata de un ejemplo de bosque mediterráneo continentalizado, dentro de la Cuenca alta del Manzanares, (aunque fuera del Parque Regional). Está catalogado como Monte Preservado según la ley 16/95 de la Comunidad de Madrid. Este parque periurbano, estrangulado por una cada vez mayor presión urbanística, se mantenía sin embargo bastante inalterado siendo un lugar algo inédito y fuera de lo común en un entorno tan próximo la ciudad. Su interés como sitio de esparcimiento y disfrute de la naturaleza era innegable. EL monte, sin embargo, está siendo destruido. Dividido entre los municipios de Madrid y de Alcobendas, este enclave supone un auténtico freno a la expansión urbana e industrial por lo que siempre ha estado en el punto de mira de políticos locales y regionales, y por supuesto, de promotores ávidos de beneficios.
En estas circunstancias, la estrategia que se sigue con Valdelatas es de libro: degradarlo, no conservarlo, para que una vez perdido su interés ecológico y ambiental pueda justificarse un cambio de calificación del suelo. Este hecho es manifiesto en la parte del monte dentro del municipio de Alcobendas. Un ejemplo de ello es el bárbaro e injustificable “ensanchado” que cada poco tiempo se lleva a cabo en las pistas que lo atraviesan. Bajo la excusa de mantenimiento (para seguridad, extinción de incendios...) cada año o dos años, se ensanchan en varios metros las calzadas de las pistas, llegando a existir tramos en los que cabrían perfectamente dos camiones de alto tonelaje. Por supuesto no se repara en talar arboles, arbustos y desbrozar el monte dejando taludes injustificables. Por si fuera poco estas “autopistas forestales” una vez abiertas, se abandonan. Sin drenajes, sin cubierta vegetal y sin arbustos, la lluvia hace su efecto y en pocos meses las pistas “se rompen”, aparecen rodaduras y canalizaciones de agua, dejando que se deterioren durante años (hasta el siguiente “ensanche”). Suponemos que en todo ello también influye el que hay que justificar las concesiones públicas a empresas de conservación y mantenimiento.
Paradójicamente en muchas de estas pistas existían unos carteles que prohibían el paso en bicicleta, suponemos que para no dañar la fina capa vegetal que dejan los bulldozer a su paso. También es curioso señalar la existencia de carteles en los arroyos que, desde hace años, advierten de “Aguas Contaminadas”. Ya se da por hecho, no hay que solucionarlo, sólo advertirlo, ¡en un monte preservado por ley! Un ejemplo más de la sinrazón y de la escasa sensibilidad ambiental de nuestros políticos.
Si a todo ello añadimos el cercado del monte por la construcción de un polígono industrial y urbanístico que llega hasta la misma valla, no cabe esperar mucho del futuro.
Mountain Wilderness de Ayllón, Guadarrama y Gredos
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